Cabo Touriñán: descubriendo la última puesta de sol de Europa
En la costa noroeste española, en la provincia de A Coruña, se encuentra el cabo Touriñán, uno de los lugares más bonitos, singulares y mágicos de toda España donde a lo largo de siglos y siglos la naturaleza ha modelado un paisaje impresionante.
Que a estas alturas digamos que Galicia es una de las regiones más bellas y auténticas de todo el país ya no debería sorprender a absolutamente nadie.
Y este cabo es uno de esos destinos que no dejan de contribuir a tan merecido honor ya que además guarda un secreto increíble: es uno de los lugares donde se pone el sol por última vez en la Europa continental, es decir, el finis solis.
Bienvenido a uno de los destinos más emblemáticos de Galicia, un lugar con algo realmente especial sobre el que hoy te descubrimos todos sus secretos. ¡Allá vamos!
Cabo Touriñán, descubre una de las puestas de sol más mágicas de del mundo
Tan mágico y especial es el cabo Touriñán que es de esos lugares donde hay que mirar bien el calendario antes de viajar si queremos descubrirlo en todo su esplendor.
Y no, no es tanto por que las lluvias o un temporal nos arruinen el viaje, algo que en Galicia pasa menos de lo que las leyendas meteorológicas le atribuyen. Ni porque sus espectaculares paisajes no valgan la pena en cualquier momento del año. No, ni mucho menos.
Es porque únicamente dos veces al año tiene lugar en este rincón de la Costa da Morte la última puesta de sol de la Europa continental. Una vez a principios de la primavera y la otra vez casi a finales del verano.
Un banco de granito, imitando el ejemplo del banco de Loiba bautizado como el más bonito del mundo, anuncia al viajero que ha llegado a su destino: al lugar donde la Europa continental despide los últimos rayos de sol antes de que se esconda definitivamente tras el Mar de las Tinieblas.
Bueno, en realidad esto no es así del todo. Y es que debido al ángulo cambiante que describe la Tierra al rotar, este evento ocurre en Cabo Touriñán durante dos meses el año, aproximadamente entre el 24 de marzo y el 23 de abril y entre el 18 de agosto y el 19 de septiembre.
Es este el motivo que explica que no exista un único lugar durante todo el año sino varios donde contemplar los últimos rayos de sol que iluminan la zona continental europea.
Y es que el finis solis se mueve al son de las estaciones. Entre el solsticio de invierno y el de verano se desplaza desde cabo São Vicente a Cabo da Roca (ambos en Portugal), después a cabo Touriñán y, finalmente, al litoral noruego, primero a Aglapsvik y después a Måsøy. El 1 de agosto, el astro rey inicia el camino de regreso hacia cabo São Vicente.
En su ruta anual se produce dos veces al año un fascinador hecho. El 24 de abril y el 18 de agosto, cuando el trono del sol poniente se traslada de Touriñán a Aglapsvik, la puesta de sol de la Europa continental coincide con el último crepúsculo de la África continental cerca de cabo Blanco, en la frontera entre el Sáhara Occidental y Mauritania.
Y justo a esa misma hora y solo en esos dos días, el sol también se oculta en el Land’s End (Cornualles), el punto más occidental de la isla de Inglaterra. El fin del mundo en tres lugares de forma paralela. ¡Absolutamente de película!
Y lo más curioso de todo es que ninguno de esos lugares es el punto más occidental de la masa continental ya que ese honor pertenece a la península senegalesa de Cabo Verde en África y el cabo da Roca en Portugal en Europa. Simplemente, son esos caprichos que tiene nuestro planeta que nos regalan momentos mágicos e inolvidables.
¿Finisterre o Touriñán? ¿Donde se pone el sol por última vez?
Pero no creamos que la fascinación por los atardeceres son moderneces contemporáneas fruto de las películas e Instagram. Ni mucho menos. Esto ya viene de lejos.
Dicen las crónicas romanas que tras conquistar Gallaecia, el general romano Décimo Junio Bruto Galaico, creyendo que había llegado al Finis Terrae, no quiso irse sin antes ver como el Océano Atlántico engullía el sol. Para ello subió a la cima del Promontorium Nerium situado justo en el cabo Finisterre.
Es el mismo lugar a donde ahora acuden decenas de miles de peregrinos y turistas. Los primeros para finalizar tras un largo periplo el Camino de Santiago y los segundos creyendo como los romanos que aquí verán la última puesta de sol de la Europa Continental.
Siempre a la sombra del mítico Finisterre, ahora ya sabemos a ciencia cierta que el punto más occidental de España es el cabo Touriñán. Y que allí podemos ver el último finis solis.
Y créenos que de atardeceres en Galicia saben un rato bien largo. Tanto saben que en gallego tienen hasta una palabra tan bonita como sus paisajes para nombrarlo: luscofusco.
Cabo Touriñán: un lugar lleno de historia y leyendas
Pero no solo son las puestas de sol y su particular situación las que convierten en un lugar muy especial a cabo Touriñán. Esta formación geológica cuyas rocas llevan siendo azotadas por las olas del Atlántico desde el principio de los tiempos tiene mucho que contar.
Que haya dos faros uno junto al otro ya nos puede dar pistas de ello. Y es que el viejo faro nunca se hubiese construido sino fuese por los graves naufragios acaecidos en este rincón de la Costa da Morte a finales del siglo XIX.
El viejo faro Touriñán fue construido a toda prisa e inaugurado el 15 de diciembre de 1898 cumpliendo su función durante casi todo un siglo. El nuevo faro, mucho menos interesante a nivel arquitectónico que el viejo, comenzó a funcionar en 1981.
Si bien ambos tenían como objetivo alertar sobre estos peligrosos acantilados, no fueron suficientes para que varios navíos encallaran o se hundieran frente a estas costas. Fue el caso del barco alemán Madeleine Reig que partió por la mitad al navío gallego Oito Irmáns (Ocho Hermanos) en 1935.
Caprichos del destino (de los que como vemos en Cabo Touriñán se dan bastantes) hizo que 22 años más tarde, el propio Madeleine Reig se hundiese casi en el mismo lugar tras encallar en los acantilados en una noche nublada. Afortunadamente, en ambos casos se consiguió rescatar a los náufragos.
Después de estos naufragios fueron varios los accidentes marítimos en esta zona hasta el contemporáneo hundimiento del Panchito, un pesquero de Laxe que se fue a pique con sus cinco tripulantes a bordo en el año 2000. Lamentablemente, en esta ocasión no hubo suerte y los acantilados de Touriñán fueron implacables.
Pero no sólo de naufragios se alimenta la leyenda del Cabo Touriñán. Valga como ejemplo que durante la Primera Guerra Mundial esta formación geológica fue testigo de como los alemanes hundían varios navíos como el vapor noruego Caracas, destruído por un submarino U-Boot en 1917.
Fue el mismo destino final que sufrieron el portugués Maria Alice, el inglés California, el francés Meguellan o el también noruego Baldwin.
Pero eso no es todo. Sin duda, una de las historias más curiosas sobre el Cabo Touriñán tiene que ver con un nombre: Francisco Benlloch Buigues. Este marino alicantino desembarcó en la Costa da Morte en 1901 junto a su familia para trabajar en el recién inaugurado faro.
En este apartado rincón el matrimonio vio crecer a sus 5 hijos viviendo en perfecta comunión con la naturaleza. Durante su estancia salvó a muchos barcos de encallar en la costa e incluso socorrió a muchos marineros de los navíos de las naciones aliadas atacados por los submarinos alemanes.
En sus últimos años, Francisco se retiró a la villa de Muxía y falleció en 1928, pero su apellido todavía está presente en muchas parroquias de la Costa da Morte como Ponte do Porto, Quintáns, Fisterra, Cee… Desde luego, un homenaje a la altura de este hombre de la mar que tan valiosa labor llevó a cabo en el faro del Cabo Touriñán.
Recomendaciones para visitar Cabo Touriñán: ruta por la provincia de A Coruña
Aunque Cabo Touriñán es un lugar para descubrir de forma tranquila, disfrutando y saboreando cada instante, si visitas la Costa da Morte hay algunos lugares emblemáticos cercanos que no deberías perderte por nada del mundo.
Además de Finisterre sobre el que ya hemos hablado te recomendamos que reserves un hueco para visitar lugares como la asombrosa cascada del Ézaro (Dumbría), la playa de Carnota, el hórreo de Carnota o el faro de Punta Nariga.
Además, también vale la pena pasar un buen tiempo conociendo pueblos tan bonitos como Muros, Camariñas o la propia villa de Muxía, centro de operaciones ideal para moverse por la región.
Cualquiera de los lugares que te recomendamos se encuentran muy cerca. Algunos incluso están a menos de una hora en coche por lo que son destinos ideales para complementar la visita a Cabo Touriñán y organizar así una ruta por la Costa da Morte absolutamente maravillosa.
¿Cómo llegar a Cabo Touriñán?
Para llegar al Cabo Touriñán lo más sencillo es llegar primero a Muxía desde donde hay que tomar la carretera DP-5201 y conducir unos 15 kilómetros. También es muy fácil llegar desde Finisterre, tan solo hay que coger la AC-445 y después la CP-2301. En cualquier caso, desde varios lugares de la Costa da Morte se encuentra perfectamente indicado.
También se puede llegar caminando desde la localidad muxiana haciendo una bonita ruta que rodea la costa llamada Roteiro abentiano. Asimismo, existe la opción para los más valientes de hacer el denominado Camiño dos Faros, una espectacular y exigente ruta de senderismo que une Malpica y Finisterre a lo largo de 200 kilómetros. ¡Recomendadísimo!