Qué ver en El Barco de Ávila. Descubre un precioso tesoro medieval en la Sierra de Gredos
Situado entre la sierra de Béjar y la sierra de Gredos se levanta El Barco de Ávila, un pueblo con un más que interesante patrimonio histórico de origen medieval que ofrece también sobrados atractivos para los amantes de la naturaleza, el senderismo y las actividades al aire libre.
Lugar de reposo de emperadores y tierra de santos, esta localidad tranquila y serena del Alto Tormes recompensa al viajero con un hermoso casco antiguo, murallas, bellos templos, un castillo y un entorno natural de gran valor. Hoy visitamos el sur de Ávila para recorrer El Barco, un tesoro medieval en la orilla del Tormes.
Breve historia de El Barco de Ávila
Los primeros pobladores de lo que hoy es El Barco de Ávila fueron los vetones, un pueblo céltico que dominó esta región entre Salamanca, Ávila y Cáceres. Se cree que fueron ellos quienes levantaron un antiguo castro en un cerro que posteriormente arrasaron los romanos, cuya presencia está probada, pero de la que tampoco quedan demasiadas evidencias.
No fue hasta la ocupación islámica cuando la población comenzó a desarrollarse, acelerándose el proceso durante el transcurso de la Reconquista y las sucesivas repoblaciones cristianas. Tras crear el Señorío de Valdecorneja y obtener el título de villa en el siglo XIII, el pueblo se convirtió de la mano de sus señores los Duques de Alba en el más influyente de la zona.
De su importancia dan cuenta las crónicas de la época, que cuentan que el 10 de octubre de 1556 hizo su entrada en El Barco de Ávila Carlos I de España y V de Alemania Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, tras haber abdicado en favor de su hijo Felipe camino de su retiro en el Monasterio de Yuste, donde fenecería poco después de un año.
El emperador aprovechó su estadía en la villa abulense para reposar de su crónica gota, pescar truchas en el Tormes y relajarse en este agradable rincón.
Qué ver en el Barco de Ávila
El Barco de Ávila está justo a la entrada del Parque Regional Sierra de Gredos, en la comarca de Alto Tormes, motivo por el que es conocido también como la «Puerta de Gredos». Hoy vamos a rememorar el descanso imperial de Carlos I enseñándote todo lo que debes ver en cualquier viaje por esta localidad abulense.
Murallas del Barco de Ávila
Nuestra ruta por El Barco de Ávila da inicio junto a los restos de la muralla medieval, vestigio manifiesto de la repoblación que siguió a la Reconquista. El impulsor de la repoblación fue Raimundo de Borgoña que decidió alzar una muralla para proteger la villa. El recinto amurallado no fue ajeno al paso del tiempo y los sucesivos conflictos bélicos, desapareciendo la mayoría de su perímetro.
Sin embargo, en las últimas décadas se han ido recuperando algunos tramos que podemos visitar. El que más merece la pena es la Puerta del Ahorcado, también conocida como Puerta de Ávila, situada al sureste de la localidad. Tan peculiar nombre se debe a un hecho acaecido a finales del siglo XVI cuando el alcaide del castillo fue denunciado por los regidores ante el Duque de alba, Fernando Álvarez de Toledo.
A este hombre se le acusaba de horrorosos castigos físicos, cobros ilegales y hasta violaciones. Esto enfadó al Duque de Alba que, desde su residencia en la cercana Piedrahíta, contestó que de ser cierto se ahorcaría al alcaide, pero que de no serlo los ahorcados serían los acusadores. Una vez comprobada la verdad, decretó el ajusticiamiento del alcaide en esta puerta, que pasó a llevar para siempre su desafortunado nombre.
La muralla de El Barco de Ávila tiene su origen en el siglo XII, pero se reconstruyó completamente en el siglo XVI añadiendo los dos imponentes cubos rematados con almenas que podemos ver hoy. Junto a la puerta, se han restaurado también parte de los lienzos de la muralla que conectaba esta zona con el Castillo de Valdecorneja, localizado al norte.
Puente medieval y Ermita del Santísimo Cristo del Caño
Seguimos el recorrido por El Barco de Ávila rodeando el pueblo por la calle de la Regadera hasta llegar a la Plaza Espeñuelas. Por el camino podemos maravillarnos con parte del pintoresco casco antiguo de la villa, que guarda secretos como la calle de la Gallareta, la más corta y estrecha del pueblo. Esta evocadora calle es capaz de hacer viajar en el tiempo al visitante, que queda embobado con el empedrado de su piso y sus tradicionales casas de piedra.
Seguimos caminando y a escasos minutos nos encontramos con otro de los símbolos del patrimonio barcense: su puente medieval sobre el río Tormes. Poco se sabe de su origen, aunque probablemente fuesen los romanos los primeros en hacer un paso sobre el río, que hubo de ser reconstruido en torno al siglo XII debido a las guerras de la época. Su estilo es por tanto románico, aunque se conservaron sus 8 arcos desiguales (2 ojivales) y las anchas pilas de sillares almohadillados romanos.
Estando aquí, rodeados del fantástico entorno de la ribera y con la Sierra de Gredos de fondo, sería un pecado irse sin sacar unas preciosas fotografías del Barco de Ávila asomado al río Tormes.
Tras la oportuna sesión, avanzamos en nuestro periplo y cruzamos el puente para visitar la Ermita del Santísimo Cristo del Caño, un templo alzado en el siglo XIII y restaurado en el XVII. Su nombre se debe al manantial de agua encontrado durante las obras de restauración, que se canalizó después hacia una fuente de 3 caños.
Casco antiguo de El Barco de Ávila
Volvemos sobre nuestros pasos por el bonito viaducto medieval y nos encaminamos de nuevo al centro histórico de El Barco de Ávila. Por el camino contemplamos los restos de otra de las puertas de la originaria muralla medieval, la Puerta del Puente, una de las más transitadas de la villa en la antigüedad.
Recorriendo la calle del Puente descubrimos los restos del primitivo caserío medieval que, con el paso del tiempo y la pujanza económica de El Barco, se separó en varios barrios cuyos nombres aludían a su culto o sus profesiones. Así, surgieron barrios como la judería o el barrio de los sombrereros, de los que ya no queda nada pero que dan debida cuenta de la importancia de la localidad en el Medievo.
Entre sorpresa y sorpresa llegamos a la iglesia Mayor de la Asunción de Nuestra Señora, el principal templo del pueblo. Su construcción se prolongó entre el XIV y el XVI, cuando fue acabada al completo. Es por tanto una iglesia gótica, pero de estilo austero y con evidentes similitudes con la catedral de Ávila. Destaca campanarios, sobre una gran torre de planta cuadrada y tres cuerpos. La visita al interior es también muy recomendable, pues alberga un hermoso coro alto de finales del siglo XV, un órgano barroco de 1771 y un retablo barroco de finales del siglo XVII.
Rodeando la Plaza de las Acacias, vamos en busca de la Plaza Mayor viendo cómo se suceden los pórticos y casonas con escudos de los antiguos linajes barcenses. Aunque antes de llegar a la plaza, hacemos una parada en la Ermita de San Pedro del Barco construida en el siglo XVII en un singular estilo neoclásico. El templo honra a uno de los vecinos más importantes del pueblo, nacido en el siglo XII y posteriormente canonizado como San Pedro del Barco, motivo por el que se levantó la construcción.
Siguiendo por la calle San Pedro llegamos por fin a la Plaza Mayor que atesora algunos de los lugares que ver en El Barco de Ávila. Aquí se celebra cada lunes desde hace más de 8 siglos un mercado que puede ser una excelente oportunidad de los productos estrella de la tierra entre las que se encuentran las famosas judías de El Barco de Ávila con Indicación Geográfica Protegida (IGP). En la plaza también es imprescindible ver la Casa del Reloj del siglo XV desde cuyo balcón se realizan los pregones de las fiestas patronales.
Castillo de Valdecorneja
Antes de visitar la fortaleza barcense, por el camino aún tendremos ocasión de ver un par de lugares dignos de visita. En primer lugar, la antigua mezquita de la que apenas queda su puerta y una ventana enrejada que delatan su pasado árabe. Después toca visitar la Antigua Cárcel del siglo XVII, hoy totalmente remodelada y emplazamiento de diversos servicios municipales como la biblioteca y la sede asociada de la UNED.
La ruta por El Barco de Ávila da sus últimos pasos con la visita al Castillo de Valdecorneja, la gran joya medieval de la villa. Fue alzado en el siglo XIV sobre una antigua fortaleza del siglo XII bajo el mecenazgo de los señores de Valdecorneja de la Casa del Alba.
Responde claramente al prototipo de castillo de estilo gótico, aunque con influencias musulmanas del anterior edificio. Estaba protegido por un foso perimetral y cuatro grandes torres esquineras de planta circular y una gran Torre del Homenaje central. Muy afectado por el paso del tiempo y los conflictos de los que fue testigo, no fue hasta el año 1985 que se restauró y se utiliza para celebrar eventos al aire libre.
Sin duda, el mejor lugar para despedirnos de la visita al centro histórico de El Barco de Ávila, desde lo alto contemplando su bonito caserío al borde del Tormes con la omnipresente Sierra de Gredos como inmejorable telón de fondo.
¿Qué hacer en El Barco de Ávila?
Además de monumentos e historia, el término municipal de El Barco de Ávila destaca por las numerosas zonas de baño repartidas a lo largo del curso del río Tormes. Pozos y piscinas naturales de aguas completamente cristalinas situados en bellos parajes que hacen las delicias de los turistas que buscan darse un refrescante chapuzón en verano.
Las más conocidas y concurridas son Los Cotriles, Orbezo, Presa de Cachagranos, Las Pozas, La Alameda, la Presa de la Aceña y Puente Nuevo. Pero hay muchas más repartidas a lo largo del río en un radio de menos de 15 kilómetros.
Al estar a los pies de la Sierra de Gredos y en el valle del Tormes, la localidad puede ser el punto de partida ideal para hacer actividades al aire libre como el senderismo o el esquí, en la cercana estación de La Covatilla, situada en la Sierra de Béjar y con más de 20 kilómetros esquiables.
A poco más de media hora en coche por la N-110 se encuentra el Valle del Jerte conocido mundialmente por la espectacular floración de sus cerezos que cubren de blanco esta región. No te olvides de visitar tampoco la comarca de la Vera, donde encontrarás algunos de los pueblos más bonitos de Extremadura como Jarandilla de la Vera, Jaraíz de la Vera, Garganta la Olla o Cuacos de Yuste.
Por último, los amantes del buen comer encontrarán en Ávila una gastronomía de bandera. La mayoría de los restaurantes apuestan por la cocina tradicional como las judías del Barco de Ávila, el chuletón de ternera abulense y las patatas revolconas.
¿Cómo llegar a El Barco de Ávila?
El Barco de Ávila se encuentra al sur de la provincia abulense, más cerca de algunos pueblos y ciudades extremeñas que de la propia capital provincial. Para llegar desde Madrid hay que tomar la A-6 (Autopista de La Coruña) hasta Villacastín, donde hay que tomar la AP-51. Una vez en Ávila, solo queda coger la N-110 en dirección a Plasencia y tras poco más de una hora conduciendo se llega a la villa barcense. Por su parte, los que estén de turismo por Plasencia tienen en El Barco de Ávila una escapada ideal, ya que se encuentra a menos de una hora por carretera.