A Guarda: qué ver en esta villa marinera, el tesoro escondido de las Rías Baixas
Justo donde muere el Miño vigilado por un milenario castro celta se encuentra la villa pontevedresa de A Guarda, uno de los grandes secretos escondidos de las Rías Baixas. Un lugar de esos que huele a mar, que enamora por sus casas marineras de colores entre las que discurren pequeñas callejuelas que es todo un placer recorrer.
Pero ni mucho menos es solo su villa la que atrae aquí a miles de viajeros. Y es que a lo largo del municipio existen diversos puntos de interés que le han valido la catalogación por parte de la Comisión Europea como destino europeo de excelencia (EDEN) en reconocimiento a su propuesta de turismo sostenible. Quédate con nosotros porque hoy te vamos a descubrir todo lo qué ver en A Guarda de visita.
Qué ver en A Guarda
Que A Guarda, (La Guardia en español) es un lugar muy especial ya lo tenían claro los habitantes de los castros que ocupaban esta privilegiada plaza entre el océano Atlántico y el estuario del río Miño. El castro de Santa Tecla, (Santa Trega en gallego) es indudablemente el gran reclamo del municipio y sobre él hablaremos largo y tendido.
Pero existen muchos más lugares de interés de los que hablaremos en este post. Así que ponte cómodo y sigue leyendo para no perderte nada de todo lo que ver en A Guarda. ¡Comenzamos!
Puerto de A Guarda
No cabe duda de que el puerto es uno de los rincones imprescindibles que ver en A Guarda. Y es que además de poder observar de primera mano su ajetreo, los aparejos de pesca y las pequeñas embarcaciones amarradas, también ofrece una de las mejores panorámicas de la villa y su colorida fachada de estrechas casas marineras.
Es además un punto de partida ideal para comenzar un paseo por sus calles o tomar alguna de las rutas existentes como son la Senda Litoral hacia el sur o la Ruta de las Cetáreas hacia el norte. Además, es también uno de los mejores lugares para ver una puesta de sol.
En dirección a la villa a lo largo del paseo marítimo se suceden multitud de restaurantes y terrazas en los que disfrutar (en su mayoría a precios populares) de la deliciosa gastronomía local a ser posible acompañada con alguno de los famosos vinos D.O. Rías Baixas del vecino O Rosal.
Justo al pasar el lavadero en la calle Concepción Arenal se encuentra el antiguo Convento de San Benito (siglo XVI) habitado por monjas benedictinas hasta 1983 y en la actualidad convertido en restaurante y hotel monumento. No pierdas la ocasión de alojarte en él y aprovechar para visitar su museo de arte sacro y sus claustros.
Casco antiguo de A Guarda
Si partimos del puerto y subimos las estrechas callejuelas, nos adentraremos en el casco antiguo de A Guarda. Pero antes, los que busquen vivir la esencia marinera de la villa, pueden meterse por la calle Malteses que serpentea paralela al paseo marítimo y está llena de casas marineras donde se respira un ambiente muy diferente.
De vuelta al convento tomamos las escaleras de la calle Colón para meternos de lleno en el casco antiguo de A Guarda. Aquí más que buscar edificios monumentales lo recomendable es callejear con calma y disfrutar de los pequeños secretos escondidos como trozos de la antigua muralla medieval o pequeñas escalinatas entre casas. Y es que durante el recorrido por las calles guardesas las escaleras y cuestas serán una contante, ya que el casco antiguo se dispone ladera arriba agolpándose las casas y edificios uno tras otro.
Al final de la calle Colón esta se abre y se muestra ante nosotros la Praza do Reló, antaño auténtico epicentro de la vida guardesa junto a la zona del puerto. Hoy se encuentra en esta plaza el edificio del ayuntamiento y, adosado a este, la Torre del Reloj, que formaba parte de la antigua muralla medieval. Aquí encontramos también la Oficina de Turismo donde conseguir cumplida información de todo lo que ver en A Guarda.
Sin apenas desviarnos, en poco más de 2 minutos llegamos a la Iglesia de Santa María, un bonito templo de origen románico reformado en el siglo XVI. Destaca por su fachada principal barroca y por la alta torre añadida ya en el siglo XIX. En cuanto a su interior, merece la pena pararse a ver su retablo mayor del siglo XVIII dedicado a la Virgen María.
Las casas indianas de A Guarda
Durante la ruta por las calles de A Guarda, los más observadores no tardarán en darse cuenta de que son varias las casas que no siguen el estilo marinero de las que se encuentran cerca del puerto. Se trata de casas indianas edificadas en la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX por los emigrantes que volvieron de «hacer las Américas», principalmente en Puerto Rico, México, República Dominicana y Brasil.
Casi todas ellas se caracterizan por el empleo de cantería, azulejo y forja además de por su vistosidad en consonancia con el estilo colonial propio del continente americano. Al ser propiedades privadas tan solo se pueden ver por fuera a excepción del actual Centro Cultural totalmente abierto al público.
En la actualidad existe una ruta creada por al ayuntamiento que comprende hasta 12 casas a cada cual más ecléctica. Y aunque todas ellas tienen su encanto, si quieres ir a tiro fijo quizás las más bonitas sean la Villa Borinquen, la Casa de Eloy Domínguez Veiga, la Casa de Manuel Alonso Sobrino y el ya mencionado Centro Cultural.
Castillo de Santa Cruz
Más que castillo se trata de una fortaleza situada en el punto más alto de la villa. Formaba parte del sistema defensivo transfronterizo levantado en el tramo final del río Miño durante la Guerra de Restauración entre España y Portugal en el siglo XVII. En su construcción se usaron piedras de la muralla medieval que guardaba la villa.
Los portugueses lo ocuparon en 1665 durante unos 3 años hasta que terminó la contienda en 1668 con la independencia lusa firmada en el Tratado de Lisboa. Más tarde fue ocupado unos meses por los franceses y abandonado a su suerte hasta el siglo XIX que pasó a manos privadas. Finalmente, en 1995 fue declarado Bien de Interés Cultural y su titularidad pasó al municipio de A Guarda que acometió una importante restauración.
La fortaleza sigue el modelo portugués en forma de estrella y tiene 4 baluartes con garitas de vigilancia (de Santa Tecla, de la Guía, de la Cruz y de San Sebastián), además de dos puertas de acceso: la Puerta de la Villa y la Puerta del Socorro.
En su interior aloja un pequeño jardín botánico con varios árboles centenarios y el Centro de Interpretación sobre fortalezas abaluartadas transfronterizas solo abierto al público durante el fin de semana. La visita al resto de la fortaleza es libre y gratuita e incluso existe la posibilidad de hacer visitas guiadas gratis a través de la oficina de turismo local.
Espigón y Museo del Mar
Bajamos de nuevo al paseo marítimo para acabar la visita por la villa de A Guarda viendo su malecón convertido en una especie de museo de arte urbano al aire libre desde el año 2018. El mural, llamado A Guarda Escrita nas Estrelas, aprovecha el muro a modo de cielo estrellado para representar elementos estrechamente ligados al pueblo como crustáceos, aves, barcos o monumentos. Aunque sin duda, su gran protagonista es un ovni con el lema «A Guarda is alive» que atrae a todos aquellos dispuestos a subir una foto cool a sus redes sociales.
Por el camino encontramos también el Museo del Mar, ubicado en la réplica de una antigua atalaya construida por los portugueses en 1665. Como deja deslizar su nombre, en su interior contiene objetos relacionados con la vida del mar como útiles de pesca donados por los vecinos además de una amplia colección de conchas de todo el mundo. Abre solo los fines de semana y días festivos.
Ruta de las Cetáreas
Se trata de una de las rutas más populares que hacer en A Guarda para conocer un poco más acerca de su profunda tradición marinera. Las cetáreas son antiguos viveros construidos en la roca a finales del siglo XIX y principios del XX. Servían para mantener el marisco vivo capturado antes de venderlo y podían llegar a albergar hasta dos mil kilos de crustáceos.
La ruta tiene poco menos de 5 kilómetros y permite descubrir las 4 cetáreas que actualmente se conservan. Hacia el sur se encuentra la cetárea de A Grelo y hacia el norte la de Portiño, Altiña y Redonda. Esta última es sin duda la más recomendable por su tamaño y por el paisaje donde está enmarcada, en mar abierto y con la fuerza del Atlántico azotando sus muros. ¡Cuidado con las olas!
Los que quieran seguir descubriendo la naturaleza de A Guarda también tienen la opción de hacer la ruta del Estuario del Miño. Un precioso recorrido que discurre por uno de los humedales más importantes de la Península Ibérica debido a su importante valor ecológico y natural, motivo por el que ha sido catalogado como ZEPA (Zona de Especial Protección para las Aves).
Salinas romanas
Aunque ni mucho menos se trata de unas salinas tan espectaculares como otras que existen en la Península lo cierto es que su importancia radica más en el valor histórico que poseen. Fueron construidas en la primera mitad del siglo I d.C. y se cree que formaban parte de uno de los mayores complejos de explotación de sal marina de todo el Imperio romano en conjunción con otras salinas localizadas a lo largo de la costa atlántica.
En la actualidad se pueden ver hasta diez estanques de salinización separados entre sí por muros donde se producía la fase final de cristalización de la sal. Asimismo, existen otras pequeñas salinas rupestres talladas en la roca y que suelen pasar casi desapercibidas, aunque son en realidad muy curiosas. Este tipo de salinas rudimentarias también se encuentran en varios lugares de la costa norte de Portugal además de en A Guarda.
Castro de Santa Trega
El Castro de Santa Trega (Santa Tecla en castellano) es uno de los lugares más emblemáticos de Galicia declarado Monumento Histórico Artístico Nacional y Bien de Interés Cultural. La historia de este lugar da para un post completo ya que diversos petroglifos atestiguan que aquí vivieron pueblos (posiblemente grovios) ya en la etapa final del Neolítico gallego, unos 2000 años antes de la construcción del propio castro.
Los restos de sus características viviendas circulares representaron un gran descubrimiento arqueológico ya que se calcula que la citania llegó a ocupar una superficie de unas 20 hectáreas. Hoy en día la parte excavada deja ver un conjunto de construcciones de planta redonda y ovalada que en su época fue una auténtica ciudad de gran importancia comercial en la que se estima llegaron a vivir unas 5000 personas. Una de las viviendas ha sido reconstruida para mostrar al visitante cómo era la vida en la cultura castreña.
Además, a casi 350 metros de altura, este lugar ofrece unas vistas absolutamente espectaculares de la desembocadura del río Miño, el océano atlántico, A Guarda y la costa portuguesa.
Desde lo alto también se puede ver la localidad portuguesa de Caminha y sus preciosas playas. Asimismo, el emplazamiento castrexo es el punto de partida de un Via Crucis de los siglos XVII y XX que acaba en la cima del monte junto a la Ermita de Santa Trega.
Playas de A Guarda
Naturalmente Galicia en verano es sinónimo de playas y en A Guarda hay mucho, muy variado y muy bueno donde elegir. Así que si tu viaje a Pontevedra coincide con la época estival no pierdas la oportunidad de refrescarte en alguna de ellas.
Y decimos variado porque aquí hay playas marinas como las de O Carreiro, Fedorento y Area Grande pero también playas fluviales como la de O Muíño o A Lamiña, situadas justo en la zona de la desembocadura del Miño. Aunque esto también se ve afectado en gran parte de las mareas que cuando suben río arriba aumentan el grado de salinidad de las playas fluviales. En cualquier caso, la práctica totalidad de arenales guardeses cuentan con áreas recreativas y zonas de sombra por lo que son ideales para pasar un día de sol y playa rodeados de un entorno único.
Camino Portugués por la Costa
No son pocos los que visitan A Guarda haciendo el Camino de Santiago (concretamente el Camino Portugués por la Costa) ya que es una de las rutas jacobeas más populares. Ya sea desde Porto (lugar de inicio) o desde la propia villa guardesa (situada a una distancia superior a los 100 kilómetros necesarios para la Compostela) esta ruta representa una maravillosa experiencia pues las primeras etapas que discurren por la costa son realmente espectaculares.
Si dispones del tiempo suficiente te aconsejamos comenzarlo en Portugal ya que podrás vivir momentos inolvidables como es cruzar a la propia villa de A Guarda en ferry desde Caminha. No dejes que te lo cuenten… ¡hay que vivirlo!
Recomendaciones para la visita
Si visitas A Guarda seguro que te quedas con ganas de descubrir los atractivos turísticos de Galicia más en detalle. Y lo mejor de todo es que hay una buena retahíla de planes para hacer en los alrededores. Una buena idea es seguir disfrutando de la exuberante naturaleza gallega muy cerca de aquí en los Muiños do Folón e do Picón. Situados en la vecina localidad de O Rosal este grupo de 60 molinos en cascada del siglo XVIII es una auténtica maravilla de la ingeniería popular diga de visita.
También muy cerca se encuentra Baiona y su bella Fortaleza de Monterreal (hoy reconvertida en prestigioso Parador Nacional); el histórico pueblo de Tui con su arquitectura medieval; el precioso Monasterio de Oia datado del siglo XII y el paraíso natural del Parque del Monte Aloia, perfecto para pasar una jornada desconectando en plena naturaleza. Por último, no te olvides de que desde Vigo o Baiona tienes la posibilidad de coger un barco a las islas Cíes y visitar este vergel de naturaleza catalogado como Parque Nacional.
Cómo llegar a A Guarda
La localidad de A Guarda se encuentra en el extremo suroccidental de la provincia de Pontevedra a escasos 50 kilómetros de ciudades como Vigo y a 75 kilómetros de la ciudad pontevedresa. Desde cualquiera de estas dos ciudades o desde casi cualquier punto de las Rías Baixas existen dos posibles formas de llegar.
La primera (y más breve) es bajar por la AP-9 y después la autovía A-55 hasta Tui. Desde la villa tudense tan solo queda conducir unos 35 kilómetros por la carretera PO-552 hasta A Guarda. La segunda opción, más larga pero considerablemente más bonita, es llegar hasta Vigo por la AP-9 y allí coger la carretera de la costa hasta Baiona pasando por Oia hasta alcanzar finalmente A Guarda. Si tienes tiempo, esta es ciertamente la ruta más recomendable.