Por qué hacer el Camino Portugués por la costa y su historia
No cabe duda de que el Camino Portugués por la Costa es mucho más que una ruta de peregrinación más. Se trata de un lugar donde recargar de nuevo de energía la mente y el alma. Y donde conocer a gente de todo el mundo y dos culturas hace que la experiencia sea inolvidable.
Pero como no todos han tenido la suerte de hacerlo, a continuación, te dejamos con un buen elenco de motivos por los que merece la pena hacer el Camino Portugués por la Costa. ¡No te pierdas nada!
¿Por qué hacer el Camino Portugués por la Costa?
Esta ruta jacobea significa escapar de la rutina cotidiana. Descubrir los contrastes entre dos países, entre el mar y la montaña y apreciar la magia de lo mundano. Por eso año a año este itinerario no deja de crecer y atraer nuevos romeros. ¡Ahora sabrás porqué!
Es una de las rutas más sencillas y bonitas
La ruta jacobea portuguesa por la costa es en su mayor parte muy llana y accesible todo el año, puesto que discurre por caminos y pistas bien acondicionadas. Desde luego, este una de las principales razones para hacer el Camino Portugués por la Costa.
Durante el camino no faltarán preciosos paisajes de acantilados, espectaculares montes junto al mar y vistas panorámicas de las rías y estuarios del Atlántico. Desde su inicio en la bella ciudad de Porto, tampoco faltarán los pueblos y ciudades de postal: Póvoa de Varzim, Viana do Castelo, Esposende, A Guarda, Baiona…
Ofrece una experiencia diferente
Este camino conduce al peregrino por caminos que de otra manera jamás recorrería. La ruta ofrece paseos por pasarelas de madera junto al mar (lo que los portugueses llaman passadiços) o la posibilidad de hacer largos tramos caminando sobre la arena de la playa. Por no hablar de caminos junto al mar entre fascinantes acantilados y faros o la experiencia de cruzar el río Miño a bordo de un ferry.
Sin duda, el Camino Portugués por la Costa representa una experiencia totalmente diferente a la que ofrecen otras rutas como los campos de Castilla del Camino Francés, la aventura rural del Camino Primitivo o la exigencia física del Camino del Norte.
Es perfecto para los amantes de la bicicleta
Además de todo lo anterior, los bicigrinos encontrarán aquí una ruta ideal. Debido a su suave orografía y la existencia de varios tramos con carriles bici, tanto en Portugal como en Galicia se ha convertido en uno de los favoritos de los ciclistas.
Descubre la historia del Camino Portugués por la Costa
El Camino Portugués por la Costa no ha sido reconocido oficialmente como itinerario jacobeo hasta hace pocos años. Sin embargo, la historia de esta ruta es tan antigua como la del Camino Portugués Central.
Como todos los caminos, su origen se encuentra en el siglo IX con el descubrimiento del sepulcro del apóstol Santiago el Mayor, un hecho que generó una progresiva y ferviente avalancha de peregrinaciones desde Portugal, pero también desde la mayoría de Europa. Y también, como casi todas las rutas jacobeas, las peregrinaciones medievales aprovecharon las antiguas calzadas y senderos trazados por los romanos para viajar a Compostela. El ir y venir de caminantes fomentó los lazos de unión entre ambos países y no sólo religiosos, también de carácter económico, cultural y político.
Además de miles y miles de peregrinos anónimos, numerosos personajes ilustres de la época utilizaron estos caminos costeros, contribuyendo a la ferviente devoción jacobea en el país luso. Ejemplos de algunas de estas peregrinaciones son las de doña Isabel de Portugal, conocida como la «Reina Santa», enterrada en Coímbra con el bastón de peregrina o el rey portugués Manuel I, que peregrina a Santiago en 1502 y realiza la vuelta por la costa parando en lugares como Vila do Conde y Azurara.
El Camino Portugués por la Costa es también conocido en Galicia como Camino Monacal, debido a los varios monasterios dispuestos a lo largo del recorrido. Entre ellos destaca el monasterio cisterciense de Santa María de Oia, cuyos monjes recorrieron estos caminos y calzadas romanas con destino a Compostela desde el siglo XII.
Posteriormente, como casi todas las vías jacobeas, sufrió un lento e inexorable declive, hasta su recuperación reciente. Y es que no fue hasta el año 1993, con el impulso definitivo del Camino de Santiago, cuando comenzó su estudio y señalización. Finalmente, el espaldarazo definitivo se dio en 2010, con el reconocimiento oficial por parte de la Xunta de Galicia.