Por qué hacer el Camino Inglés y su historia
El Camino Inglés es una de las grandes rutas jacobeas y también unas de las más transitadas por los peregrinos. Una vía que abrieron viajeros del norte de Europa (principalmente ingleses e irlandeses) que llegaban a los puertos de A Coruña o Ferrol en barco y seguían después a pie hasta Santiago de Compostela.
Debido a su importancia y singularidad, hoy queremos dedicarle un post completo donde te contaremos la historia del Camino Inglés y los principales motivos por los que deberías plantearte hacer esta histórica ruta jacobea. ¡Allá vamos!
¿Por qué hacer el Camino Inglés?
Poco más de 110 kilómetros separan Ferrol de la ciudad de Santiago de Compostela. Un recorrido repleto de patrimonio y naturaleza que aún conserva ese espíritu jacobeo de antaño. En definitiva, una aventura auténtica que cada año atrae a más peregrinos a transitar sus caminos y senderos.
A continuación, te contamos los motivos que han convertido al Camino Inglés en una de las rutas jacobeas más encantadoras y que seguro te acabarán convenciendo a ti para hacerlo.
Un Camino bien comunicado
Pocas rutas del Camino de Santiago cuentan con tan buenas comunicaciones como el Camino Inglés. Ferrol y A Coruña están perfectamente comunicadas por tierra por autopista y esta última tiene además un aeropuerto con conexiones nacionales e internacionales. Además, a la llegada a Compostela también tendremos otro aeropuerto excelentemente comunicado con la mayoría de las ciudades de España y varias urbes europeas.
Un Camino bien señalizado
Como sucede en la mayoría de las rutas más populares, la señalización del Camino Inglés es adecuada gracias a las clásicas flechas amarillas y los hitos colocados por la Xunta de Galicia. La mayoría de ellos se encuentran bien ubicados y con excelente visibilidad, a excepción de algunos ubicados en varios tramos urbanos de las ciudades de Coruña y Ferrol.
Buena infraestructura de servicios
La disponibilidad de alojamiento y servicios han aumentado de manera exponencial al tiempo que creció la popularidad de la ruta. Por eso hoy en día podemos encontrar una amplia oferta de hospedaje en la que se incluyen cinco albergues públicos, además de una adecuada oferta privada de alojamiento capaz de cubrir todas las necesidades del peregrino.
Un camino fácil
Está claro que cuando se trata de peregrinar no debería (al menos si nos encontramos en buena forma física) buscarse lo fácil. Y es que el camino se trata de un viaje espiritual, no una competición, una atracción o un postureo. Pero no se puede negar que otra de las grandes ventajas del itinerario jacobeo inglés es su longitud: 3 o 4 días desde A Coruña y entre 6 o 7 desde Ferrol, dependiendo de lo largas que se planteen las etapas.
Por tanto, no se necesitan ni 15 días de vacaciones ni una semana completa, puesto que incluso en un puente largo podrás asomarte a la experiencia de la peregrinación más auténtica. Además, otra de sus grandes ventajas es que no atraviesa lugares de montaña así que no requiere de una gran preparación física previa. Es más, la mayoría de las etapas son más bien sencillas. Esto permite planificar el recorrido de acuerdo con la condición física de cada uno y aprovechar la numerosa cantidad de servicios disponibles para vivir una experiencia perfecta.
Una ruta muy tranquila
Si ya has hecho el Camino Francés tal vez te hayas dado cuenta de la excesiva masificación que se produce, principalmente en la temporada estival. Esto es algo que también sucede en menor medida en el Camino Portugués, tanto en la variante central como en el popular Camino Portugués por la Costa. En cambio, esto no ocurre aún en el Camino Inglés, ya que sigue manteniéndose como una ruta fuera de las grandes masificaciones, aunque con la cantidad suficiente de albergues y servicios de alojamiento para no andar a las prisas peleando por llegar el primero al final de la etapa.
Descubre preciosos paisajes y lugares
El Camino Inglés se diferencia del resto principalmente por su naturaleza. Y es que pocas rutas de senderismo permiten en menos de una semana pasar de la belleza de la costa ártabra a la magia del interior gallego más rural, rodeados de bosques centenarios y verdes prados. Además, la ruta recompensa al romero con ciudades poseedoras de algunos de los cascos antiguos más bonitos y mejor conservados del norte de España.
Conoce la historia del Camino Inglés
El Camino de Santiago Inglés nació en la Edad Media gracias a la posición estratégica de los puertos del norte de Galicia. No en vano, cabe recordar que, durante los primeros compases del fenómeno jacobeo, quienes querían visitar al apóstol desde las islas británicas o el norte de Europa debían enfrentarse a una exigente aventura que podía llegar a durar hasta 5 meses.
Primero cruzaban los mares del Océano Atlántico a la Europa Continental para continuar después una larga ruta a pie por los caminos franceses y españoles. Una travesía azarosa y que estaba llena de riesgos, ya que los senderos de la época acostumbraban a estar vigilados por bandidos, malhechores y maleantes de diverso pelaje.
Es por ello por lo que la ruta anfibia inglesa, nacida al calor de los incipientes intercambios comerciales entre España e Inglaterra se convirtió en una travesía práctica y segura, animando así a las gentes pudientes de la época a peregrinar a Compostela. En este sentido, los puertos de salida fueron de lo más variado y dependían más bien del origen del peregrino. En Inglaterra, Bristol, Newcastle, Londres o Southampton aportaron cantidades numerosas de devotos cristianos, de igual forma que los puertos de Galway y Dublín en el caso de los peregrinos venidos de Irlanda.
Naturalmente, a la creciente popularidad de esta ruta contribuyeron también las famosas Cruzadas, los Caballeros Templarios y las peregrinaciones a Jerusalén de los siglos XI y XII, que aprovechaban las escalas en A Coruña para visitar Santiago de Compostela y pedir al Apóstol protección en sus batallas. Tal fue su popularidad que incluso el monje islandés Nicolás Bergsson documentó su viaje a pie desde Islandia hasta Roma pasando por Santiago. Una auténtica proeza que llevó a cabo en 5 años, desde 1154 hasta 1159.
Tras su época de mayor esplendor, la reforma luterana (que rechazaba categóricamente las peregrinaciones y otras costumbres cristianas) y los conflictos de Inglaterra con la Iglesia Católica, lo condenaron a casi el más absoluto de los olvidos y marcaron la posterior historia del Camino Inglés.
Tanto fue así que, durante los siglos XVIII y XIX, el paso de peregrinos llegó a ser meramente testimonial. Como otros caminos menores, el Camino Inglés no fue recuperado hasta la década de los 90 gracias al esfuerzo de las instituciones públicas y las asociaciones de Amigos del Camino que impulsaron su descubrimiento y posterior reconocimiento oficial.