Fermoselle, qué ver en la capital de los Arribes del Duero
Medio escondido entre las aguas del Duero y del Tormes se encuentra Fermoselle, un bonito pueblo zamorano donde la piedra es la auténtica protagonista, tanto en su entorno como en su arquitectura popular excelentemente conservada.
Gracias a su privilegiada ubicación esta villa recompensa al viajero con espectaculares vistas al río y a los verdes cañones de los Arribes del Duero, repletos de terrazas de olivos, frutales y viñedos que dan fama a sus bodegas.
Fermoselle, fermoso, hermoso. En definitiva, bonito a rabiar debieron pensar los que lo descubrieron en su día. Su nombre alude a su belleza y también avala su catalogación como Conjunto Histórico-Artístico desde el año 1974.
Un lugar pintoresco como pocos y sobre el que vamos a darte las claves que necesitas para aprovechar tu visita y enamorarte perdidamente de este pequeño rincón de la provincia de Zamora. ¡Allá vamos!
Un poco de historia sobre Fermoselle
Debido a su estratégica ubicación entre los ríos Duero y Tormes y al lado de Portugal, Fermoselle sirvió como enclave defensivo a las diversas culturas que habitaron sus tierras a lo largo de los siglos.
Se sabe que tuvo orígenes prerromanos antes de convertirse en importante fortaleza medieval y centro agrícola, debido a su excepcional microclima de tipo mediterráneo. Y es que posiblemente fuesen ya los romanos, de los que apenas quedan vestigios, los que comenzaron a aprovechar el excelente clima de la zona para cultivar viñas, almendros y olivos que aún pueblan hoy en día los bancales de sus laderas y a elaborar el vino en sus curiosas bodegas.
Como la mayoría de las villas medievales entre reinos, la villa fermosellana no escapó a las idas y venidas de la realeza de la época. En 1165 Fernando II de León contrajo matrimonio con la infanta Urraca de Portugal, entregando una serie de posesiones como dote, entre ellas Fermoselle. Sin embargo, poco duró la unión, ya que el Papa anuló el matrimonio por ser primos segundos y no haber recibido la obligatoria dispensa.
Años después el hijo de la repudiada Infanta Urraca, 1221, el rey Alfonso IX dio al concejo de Fermoselle una carta foral para favorecer a la villa y agradecerle los servicios que le había prestado. Además, también cedió al obispado de Zamora el señorío del castillo y la villa, para la repoblación de la zona.
Ya en Edad Moderna, Fermoselle y su fortaleza fueron plaza fuerte en la guerra de los comuneros cuando en 1521 se escondió aquí el obispo Acuña. Por este motivo, la villa es castigada con la demolición del castillo y sus murallas que posteriormente también se ven afectadas durante la Guerra de Restauración de Portugal, cuando la villa es conquistada por los portugueses, aunque recuperada inmediatamente después por la Corona.
Ya en 1822 la Diputación de Zamora concede permiso a los vecinos para acabar de desmontar el castillo y las murallas. Las piedras se reaprovecharon para la construcción de las viviendas de la villa y dotan de protagonismo a Fermoselle, haciendo de su casco antiguo una de las maravillas arquitectónicas del país.
Qué ver en Fermoselle: ruta por la capital de los Arribes del Duero
En la comarca de Sayago, casi lindando con Salamanca y junto a la frontera portuguesa, el Duero discurre entre altas paredes rocosas configurando la frontera natural con el país vecino. En este espacio de ribera con un microclima especial se enclava Fermoselle, un pueblo asentado sobre grandes peñascos de granito.
Las casas colgadas de Fermoselle
Comenzaremos la visita por el casco histórico, aunque algo antes de llegar por carretera, Fermoselle ya nos regala una fascinante panorámica que nos hace entender porque esta villa es conocida como «el balcón del Duero». A lo lejos, llaman poderosamente la atención sus Casas Colgadas que, aunque no son las de Cuenca, tienen incluso más encanto. Al estar situada la villa en lo alto de un risco de granito, los edificios están ingeniosamente encastrados sobre la roca y parecen estar suspendidos.
Casco histórico de Fermoselle
Fermoselle no se parece en nada a otros pueblos de España, pero como en cualquiera de ellos la mejor forma de descubrirlo es perderse por sus estrechas callejuelas. Y cuando decimos perderse, lo decimos de verdad, buscando esos detalles y rincones pintorescos únicos.
Una vez puesto un pie en el casco antiguo lo primero que llama la atención son sus estrechas y empinadas calles que aún mantienen todo su sabor medieval. Una amalgama de cuestas y callejones con encanto donde el granito lo protagoniza todo. Y es que sus pintorescos edificios están edificados sobre la roca e incluso muchos de ellos la aprovechan en la estructura de las viviendas.
Paso a paso van apareciendo casonas antiguas con blasones y también los rincones más bonitos de Fermoselle como las calles del Torrejón o del Nogal, donde el granito está presente en cada fachada. Otras calles, de evocadores y curiosos nombres como Guapo, La Amargura, El Portal o Las Tenerías también resultan de imprescindible paso. Todas ellas se enlazan sinuosas, uniéndose en la calle Requejo, la que fuera (y todavía es) corazón comercial de la villa.
Esta última calle, que cruza de forma longitudinal el caserío fermoselllano, va uniendo las distintas plazas. La Fontanica, donde antiguamente se iba a por agua; la Plaza del Cabildo, junto a la iglesia y, finalmente la Plaza Mayor o la Plaza del Ayuntamiento, centro neurálgico de la villa y donde se celebran sus fiestas.
También en esta calle se encuentra uno de los vestigios que se conservan de la antigua muralla que rodeaba Fermoselle. Es la puerta del Arco, por la que se accedía a la villa y la única puerta que ha llegado a la actualidad. En la parte superior tiene un corredor cubierto que pertenece a la casa más antigua de la villa.
Plaza Mayor
Llegamos al centro neurálgico de Fermoselle, la Plaza Mayor. Está situada a los pies de lo que fue su antiguo castillo y se encuentra totalmente empedrada y rodeada de edificios y soportales donde nuevamente la piedra es la auténtica estrella de su arquitectura.
Hay dos edificios que destacan sobre el resto. Por una parte, la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, templo de origen románico pero que ha sufrido diversas reformas y tiene también toques renacentistas. Merece la pena detenerse un rato a observar sus dos hermosas portadas románicas de arcos apuntados del siglo XIII, además de la airosa torre campanario de cinco cuerpos que destaca por encima de toda la villa. En caso de que se encuentre abierta, es también interesante su interior que alberga un fabuloso órgano del siglo XVIII que bien podría pasar por el de una catedral.
Por otra parte, en la Plaza Mayor destaca sobremanera también el magnífico edificio del ayuntamiento. Una recia construcción de dos pisos coronada por un reloj y una prominente campana, conocida por los fermosellanos como la «campana torera». Completa la nómina de edificios de interés la Casa de los Arcos, que es hoy en día oficina de turismo y biblioteca.
La plaza, siempre animada con sus bares y terrazas, se transforma en agosto durante las fiestas de San Agustín. Para ello se monta un coso de talanqueras donde se celebran acontecimientos de todo tipo: encierros taurinos, suelta de vaquillas, verbenas, conciertos, carreras de sacos, procesiones…
Mirador del Castillo
Subimos ahora desde la Plaza Mayor por la calle Antonio Regojo hacia uno de los puntos más altos de la localidad, donde antiguamente estuvo el castillo de Fermoselle, también conocido como castillo de Doña Urraca.
Esta gran explanada es de propiedad privada por lo que para acceder hay que pagar un euro, pero la visita merece totalmente la pena. Y es que además de ver varios lienzos y restos de cubos de la antigua fortificación, el mirador del Castillo regala una inmejorable panorámica de los Arribes del Duero y la vecina Portugal.
Mirador del Torojón
Este mirador es otro de los imprescindibles que ver en Fermoselle. Para llegar a él tan solo hay que llegar al final de la calle Guapo y subir unas angostas escaleras situadas en un saliente de la roca granítica. Se trata del punto más alto de la localidad y como tal ofrece unas impresionantes vistas. En primer término, vemos la torre de la iglesia y el castillo y, a la izquierda, el convento de los frailes Franciscanos y el cementerio.
Pero además de estos dos miradores que hemos mencionado, hay otras atalayas en la villa y en su término municipal con bonitas vistas. Te recomendamos acercarte al mirador del Terraplén, el mirador de Las Peñas, el mirador de Los Barrancos y el mirador de Las Escaleras.
Iglesia de Santa Colomba
En una de las zonas más elevadas de Fermoselle, en la zona conocida como Alto de Santa Colomba se encuentra la iglesia homónima. Se trata de una construcción de piedra de origen románico (siglo XII) en la que destaca su bella torre de tres cuerpos. En el primer cuerpo se encuentra la portada y en el tercer cuerpo hay un reloj sobre el que descansa una gran escultura de mármol blanco que representa el «Bendito Cristo de Santa Colomba». La torre está coronada por un campanil de forja.
Casa del Parque Natural de Arribes del Duero
Este edificio es un centro de interpretación del Parque Natural Arribes del Duero y la mejor opción para entender la importancia de este espacio natural. En su interior, sus profesionales explican todo lo relativo al parque de forma personalizada y dan recomendaciones adaptándose a la ruta y el tiempo de cada viajero. Todo para que cada persona pueda disfrutar al máximo de los Arribes del Duero.
La mejor información turística de los Arribes y todo ello en un marco incomparable, el antiguo convento de San Francisco. Un precioso edificio del siglo XVIII construido sobre las ruinas de un templo románico del siglo XII. La entrada a la casa (1€) también da acceso a recorrer el interior del antiguo monasterio para ver algunas de sus históricas dependencias como el claustro o sus huertas de plantas aromáticas.
Fermoselle, el pueblo de las mil bodegas
Debido al peculiar microclima de Los Arribes y a la forma de cultivar los viñedos en bancales, Fermoselle cuenta con la Denominación de Origen Arribes desde el año 2007. Y no es para menos, ya que aquí se respira una profunda (y nunca mejor dicho) cultura del vino. El subsuelo de la villa fermosellana está atravesado por incontables bodegas, lo que le ha valido el sobrenombre del «Pueblo de las mil bodegas».
Tantas existen, que muchas llegan a sobreponerse unas sobre otras hasta en cinco distintos niveles distintos. La mayoría tienen cientos de siglos e incluso hay varias que son milenarias ya que datan del siglo X. Algunas de ellas ya no están en uso, pero otras están rehabilitadas y se dedican a la elaboración de vino.
En una ruta por el pueblo es fácil darse cuenta de muchas de las entradas a las bodegas. Cada casa de Fermoselle tiene su correspondiente entrada principal, pero también otra pequeña puerta que lleva al interior de la tierra. Los que quieran conocer todos los secretos sobre la viticultura en esta zona, tienen a su disposición rutas guiadas que salen todos los fines de semana desde el centro de la villa.
Recomendaciones para la visita a Fermoselle
El Parque Natural Arribes del Duero tiene tanto que ver que necesitarás tener al menos un fin de semana para ver los imprescindibles. Fermoselle es un excelente punto de partida para una ruta por los Arribes del Duero, de la que te damos debida cuenta en el anterior enlace para que no te pierdas ninguno de los puntos más espectaculares.
Así, a menos de 40 kilómetros a la redonda tienes varios lugares de imprescindible visita en la zona. Hacia el norte, aún en la comarca de Sayago se encuentra el mirador de Las Barrancas, que ofrece una de las panorámicas más vertiginosas de los cañones del Duero. Cerca también se encuentra Miranda do Douro, una bonita ciudad portuguesa donde podrás embarcar en un crucero para vivir una experiencia diferente en este parque natural transfronterizo.
Ya hacia el sur de Fermoselle, ya en la provincia de Salamanca hay varios puntos por los que merece la pena hacer unos kilómetros. A menos de 20 minutos está la faraónica obra de ingeniería de la presa de Almendra, la más alta de España y una de las más grandes. A poco más de media hora se encuentra una de las maravillas naturales de los Arribes, el Pozo de los Humos, una impresionante cascada considerada de las más bellas de España.
La ruta se completa con los miradores de Aldeadávila, con vistas a los cañones más verticales de los Arribes (hasta 500 metros de altura) y con la cascada portuguesa de Faia da Água Alta, un fascinante salto de agua de 60 metros de altura con un acceso realmente sencillo.
¿Cómo llegar a Fermoselle?
Fermoselle se encuentra a poco más de 60 kilómetros de Zamora capital por la carretera CL-527. Para llegar desde Salamanca, de la que dista 90 km lo ideal es conducir hasta Ledesma por la SA-300 y luego coger la SA-302 que pasa por Villaseco y Sardón hasta llegar a Almendra. En este lugar hay que cruzar la presa por la carretera que la circunvala y después tomar la CL-527 a la altura de Cibanal que lleva directamente a la villa fermosellana.