Fortaleza de la Mota, viviendo en la frontera entre dos reinos
La fortaleza de La Mota, en el histórico pueblo de Alcalá la Real, es un majestuoso conjunto histórico-monumental por el que bien merece la pena hacer una escapada a Jaén.
En otro tiempo frontera entre dos reinos y cruce de caminos entre Jaén, Córdoba y Granada, Alcalá la Real alberga un castillo y una antigua villa amurallada, lo que la ha convertido en uno de los pueblos más bonitos de Andalucía. Hoy te damos las claves para descubrir esta deslumbrante fortaleza.
Historia de la fortaleza de La Mota y Alcalá La Real
El lugar donde se asienta hoy en día Alcalá la Real ha sido casi desde siempre un enclave de gran importancia estratégica al encontrarse próximo a Granada. Precisamente, sobre el cerro de La Mota, lugar donde se alzó la fortaleza de la que hablamos, hay sobrada documentación de la presencia humana desde el neolítico hasta la época romana.
Sin embargo, no fue hasta el dominio musulmán cuando comenzó la fortificación del pueblo, alzando una atalaya-castillo, construyendo las murallas y levantando una ciudad dentro del recinto. Se cree que este es el origen de la fortaleza de La Mota, que algunos historiadores estiman que pudo construirse en torno al siglo XI.
En cambio, la actual fortaleza que podemos ver hoy es consecuencia de las reformas arquitectónicas que se realizaron a partir de la Reconquista. En 1340, Alfonso XI sitió la ciudad, que capituló, convirtiéndose así en uno de los más importantes puestos fronterizos del Reino de Castilla frente al Reino nazarí de Granada. Asimismo, se convirtió en sede de una de las iglesias abaciales más monumentales de Andalucía.
El castillo de Alcalá la Real funcionó como castillo urbanizado durante los siglos XIV y XV, produciéndose un gran desarrollo urbanístico y económico durante los siglos XVI y XVII, convirtiendo a Alcalá la Real en un notable enclave comercial. De hecho, hasta la conquista de Granada, la fortaleza de La Mota recibió numerosos favores de Castilla, que aportó dinero para llevar a cabo obras como la construcción de la «Torre Nueva».
La ciudad amurallada tenía la disposición de la mayoría de las ciudades del Medievo, con sus edificios religiosos, administrativos y de gobierno, además de los centros comerciales donde vivían las autoridades civiles y eclesiásticas. Tras la caída de Granada la población de Alcalá la Real se quintuplicó, lo que motivó que hubiera que construir fuera del recinto amurallado y crear nuevos barrios en las laderas del cerro.
Poco a poco, La Mota fue perdiendo importancia y acabó despoblándose debido a la nueva situación política, iniciándose así un lento abandono de la ciudad fortificada. Hasta el siglo XVIII los edificios importantes de la ciudad se mantuvieron dentro del recinto intramuros, pero la población decidió asentarse se asentó en los arrabales situados en las faldas del cerro.
A partir de este momento, la fortaleza de La Mota quedó en el olvido, aunque todavía siguió siendo protagonista de importantes acontecimientos. Por ejemplo, en el siglo XIX las tropas napoleónicas acondicionaron y restauraron la fortaleza, desmantelando la iglesia para usarla como almacén y quemándola posteriormente.
Finalmente, la fortaleza cayó en desgracia debido a la desaparición de la abadía en 1851 y la posterior utilización de sus terrenos como cementerio, llegando a ser utilizado incluso como escombrera y almacén. No fue hasta la segunda mitad del siglo pasado cuando comenzaron los trabajos de recuperación de la fortaleza de La Mota, que han recuperado el castillo hasta darle el aspecto que vemos hoy en día.
Visitar la fortaleza de La Mota
La visita a la fortaleza de la Mota de Alcalá la Real incluye el recorrido por tres recintos bien diferenciados. Durante ella podremos conocer su entramado urbano y sus espacios más singulares, lo que nos permitirá hacernos una idea de cómo era la vida en la ciudad en la Edad Media.
El primero es el recinto exterior, donde se encontraban las murallas de la ciudad-fortaleza. Hoy en día todavía existen vestigios del Arrabal Viejo y de algunos restos de la vieja muralla.
A continuación, podremos ver el segundo recinto, el de la Alcazaba que se extiende a lo largo del cerro de La Mota. La muralla constaba de siete puertas de acceso, de las que solo se conservan tres de ellas en la actualidad: la Puerta de las Lanzas, la Puerta de la Imagen y la Puerta de la Justicia de la Alhambra.
Por último, el tercer recinto es el del Alcázar. Ubicado en la zona más alta de la alcazaba, de el se conservan la Torre del Homenaje, la Torre de la Campana y la Torre de la Mocha. En el interior de la fortaleza de La Mota también se encuentra la Iglesia Mayor Abacial, que ordenó construir Alfonso XI en el mismo emplazamiento de la antigua mezquita.
¿Quieres más información sobre los horarios del castillo de La Mota y los precios de la visita? En la web de la fortaleza del ayuntamiento de Alcalá la Real, podrás encontrar toda la información que necesitas.
Si tienes pensado hacer una escapada de varios días por esta zona de Andalucía y visitar esta impresionante fortaleza, te recomendamos que mires las opciones de hoteles en Alcalá la Real, ya que la localidad ofrece una oferta de alojamiento a buena relación-calidad precio. Además, también es un punto de partida ideal para visitar otros interesantes lugares como el Parque Natural Sierra Mágina o encantadores pueblos como castillo de Locubín o Valdepeñas de Jaén.
¿Cómo llegar a la fortaleza de La Mota?
La fortaleza de La Mota se encuentra en la población de Alcalá la Real, al sur de la provincia de Jaén, a mitad de camino entre Córdoba y Granada.
La mejor forma de llegar desde la capital jienense, situada a 80 kilómetros, es por la autovía A-44 en dirección a Granada. Aproximadamente 40 kilómetros después, a la altura de la localidad de Los Montes, es necesario tomar la salida 79 hacia Campotéjar/Montillana. Después continuaremos poco más de 30 kilómetros, hasta tomar la salida hacia Alcalá la Real/A-403/Iznalloz/Castillo de la Mota/A-335/Montefrío. A partir de aquí, conduciremos por la N-432, donde ya veremos indicaciones para acceder al castillo, por lo que no hay posible pérdida.